“Un pintor pinta y ahí queda. Un ceramista, Crea, espera, Repasa, espera, Bizcocha, espera, Esmalta, espera, Cuece, espera y reza, para que en ninguna parte del proceso la pieza se rompa o se convierta en algo que él no quiere”
Un espai on compartir amb vosaltres moltes imatges belles, alguna que altra paraula crítica i bastant sentiment que és el que em motiva a crear. Em diuen Sergi i sóc ceramista.

sábado, 8 de marzo de 2014

ummmmmmmm ... crec


ummmmmmmm ... crec que l'art ha de tornar a ser tècnic i habilidós però també crec que l'art ha de ser encarnat. Uf, un dilema.
I tot açò ho medite al llegir un article de la revista Descubrir el ARTE


Hubo y hay tiempos y lugares en los que el arte no existió ni existe y, además, no tuvo y no tiene por qué existir. Incluso en la cultura occidental, la nuestra, las artes existieron mucho antes de que se inventara el arte y sus hacedores existieron mucho antes de que aparecieran los artistas.  Artes como la carpintería, la zapatería o la marroquinería, pero también la pintura, en nada se diferenciaban unas de las otras, y por ese motivo la formación de un sastre o un boticario era idéntica a la de un aprendiz del arte de la pintura. Por esa razón, entre otras, y durante muchos siglos los pintores formaron parte del mismo gremio al que pertenecían los boticarios y tuvieron abiertas bottegas, que no “estudios” como los que tienen ahora en los que la Idea se manifiesta en toda su plenitud. En tiempos más halagüeños las artes eran técnicas, pericias o habilidades, y como técnicas tenían que aprenderse, mientras los que luego llamaríamos artistas eran aprendices, oficiales o maestros como en cualquier otro oficio. Hoy, el arte es el opio del público y los artistas son los dealers de una idea que cortan en la blancura cegadora de unos estudios cuya geometría gélida ha sustituido al desorden sucio pero fructífero de los antiguos talleres.
La progresiva conquista de la autonomía del arte coincidió aproximadamente con la entrada del hombre en escena o, con su conversión en protagonista de la historia tras alcanzar una relativa autonomía respecto a Dios, …
Desde entonces nos hemos acostumbrado a privilegiar la iniciativa personal y hemos concedido una relevancia extraordinaria a los nombres y a los rostros a los que generalmente llamamos “genios”, personajes autónomos y libres que iluminan el mundo (“faros” los llamó Baudelaire) y lo guían a algún lugar nuevo, aunque no sepamos muy bien dónde.
Las obras de arte pueden ser muchas cosas y de hecho lo son, pero para nosotros hoy son sobre todo testimonios históricos o, por decirlo de otro modo, son encarnaciones, …


Fragmento del texto: La invención del arte. Publicado en el nº 178 de la revista Descubrir el arte